Sí, amigos, lo he vuelto a hacer. He vuelto a darme una vuelta por las webs libertadigitalófilas e intereconómicas y he vuelto a pisar heces. No creo que me toque nunca la lotería, porque nunca juego, pero sin duda estoy acumulando suerte para tres generaciones. Disfruten mis futuros descendientes, pues, de mi suerte en forma de millones. Siendo así sí me plantearé comprar un piso y dejarles en herencia una hipoteca a séis décadas, visto que habrán millones de euros para pagarla.
Al grano. Hoy he encontrado cierto ¿artículo? de mi admirado Pío Moa. En honor a la verdad, me he encontrado unos cuantos, porque siguen habiendo idiotas que pagan a otros idiotas para que escriban sandeces, pero mis ojos y el wifi del vecino se han posado sobre una joya de proporciones fecales mayúsculas. Lean y deléitense para proceder a continuación a su análisis: http://www.libertaddigital.com/opinion/pio-moa/educacion-sexual-55971/ ¿Leído, queridos lectores? Perdón por haceros pasar el trago, es cierto que a veces esto parece un poco excrementofílico, pero para poder rajar antes hay que contemplar. Es la ley de la crítica.
En la Edad Media, ese período que los carcas, rancios, reaccionarios y demás elementos prescindibles de la sociedad añoran, existía una costumbre muy poco lógica. Esta costumbre consistía en que gente que no tenía ni puñetera idea de algo se dedicara a adoctrinar sobre ese "algo". Así, miembros de la clerecía se ocupaban de escribir tratados sobre el buen matrimonio, y monjas en concreto se encargaban de escribir manuales para la buena esposa. Sí, es cierto: no tiene puto sentido que un célibe que vive con el corazón y el pene o la vagina enlatados se dedique a dar consejo sobre ello. Pero esto era así invariablemente, porque los que tienen el control ideológico, espiritual y a la postre político e intimidatorio tienen carta blanca para cualquier cosa. Esto era así en la Edad Media y empezó a dejar de ser así a partir de la Ilustración, ese período histórico del que algunos carcas se hacen acreedores (siendo bastante pretencioso por su parte) y otros se hacen cruces por el surgimiento de la odiada burguesía como principio del movimiento social, mal que nos pese al resto.
Y en estas tenemos que, en pleno siglo XXI, con una liberalización sexual destinada a separar de una puñetera vez la tendencia feromónica del derecho civil, todavía hay algunos que pretenden orientarnos por ese "recto camino" de la moralidad establecida. Es decir, de esos códigos morales que tantos réditos han dado a lo más rancio, cateto y sojuzgable de nuestra sociedad. Porque digo yo, Pío Moa, ¿qué demonios te importa a ti que la gente se zurre la banana y/o comprenda su cuerpo de una manera sana? Porque de repente este ¿señor? se pone a disertar sobre la relación científica entre la educación sexual y el devenir personal relativo a estudios,tendencias toxicológicas, empatía social y demás. Y, lo que es peor (y lamentablemente más común entre los agoreros de la rancia derecha de este país) relaciona la liberalización sexual de este país con el estado de permanente cataclismo social en el que vivimos en este país de separatistas, rojos, maricones, jipis y porreros que está al borde de la ruptura.
Ciencia en estado puro, amigo mío, amigo Moa. Igual que su tesis de que la sexualidad es únicamente reproducción. No, hombre, no. Que pese a que usted y su rostro de sempiterno extreñimiento no arrojen pistas sobre si ha alcanzado alguna vez el orgasmo, el sexo en el género humano es algo (mucho) más que procrear. El sexo es placer, mal que le pese. Porque uno no zumba, o se la pela, para sufrir o exclusivamente para rellenar un bombo. No, al ser humano se le ha dotado de una serie de reflejos sexuales que dan gustito, y si usted jamás ha experimentado con ello no significa que no exista. Porque amigo Moa, amigo mío, la ausencia de evidencia (en su caso) no implica una evidencia de ausencia. Porque si nos fijásemos en su método inductivo de establecimiento de verdades absolutas deduciríamos, a tenor de su perversa psique, que el ser humano es gilipollas en su total integridad, y afortunadamente no es así.
El mundo, querido Pío, no va mal porque la gente aprenda a zurrarse la banana con equis años, o porque en el cole a uno le enseñen que la reproducción es tal o cual o la estimulación clitoriana se logra de tal modo. No. Pese a que por una vez estoy medianamente de acuerdo con usted en su juicio sobre la televisión, una mierda en toda regla, el mundo no está como está por todo aquello que dice. No.
Más bien, querido Moa, y me tomo el lujo de dejarme un párrafo aparte para decírselo bien claro, sus declaraciones son sintomáticas de lo que huele a podrido en este mundo repleto de zombies como ud. Si las declaraciones de un absoluto cafre absolutamente ajeno a los patrones de la ética periodística y del rigor histórico como ud son seguidas, jaleadas y vitoreadas con una total ausencia de contraste por parte de sus palmeros, es que algo huele a podrido. Demasiado reprimido hay en algún rinconcillo de este planeta, y si se me permite la licencia les concedería a todos un país aparte para que se encerraran en sus mostosos despachos a pelarse la banana para luego salir todos bien descargados a sus programas de retrógrada audiencia, sacrosantos lugares en los que equiparar el bestialismo y la pederastia con la homosexualidad o con el sexo por deporte, ese que usted debió haber experimentado de joven con el objeto de evitar tener el cerebro lleno de grumos de insidiosa consistencia.
En otras palabras: zúrrese más la banana, folle más con su mujer (de tenerla) o acuda más al Copa's. No hace daño y le quitará energía y tiempo de estar delante de su portátil escribiendo gilipolleces.
JM Martín
PD: Mil perdones por el estado de abandono del blog, pero amigüitos, encaro los últimos días de trabajo, y habida cuenta de que soy profesor de academia, estos días son de un trajín importante. Prometo darle caña a partir de Septiembre!