martes, 20 de marzo de 2012

Chau, me matas.

Hace poco, menos de 48 horas, descubría por casualidad una entrevista de Jesús Quintero a dos personajes teóricamente distantes: el polemista profesional Coto Matamoros y el -bajo mi punto de vista- mejor ensayista que se ha parido por debajo de los Pirineos, Antonio Escohotado. En esta entrevista, segurísimamente regada con algún psicotrópico, se cuestiona los conceptos de verdad y de justicia. No quiero destripar esta jugosa coincidencia catódica, pero probablemente ya os hayáis preguntado lo mismo que yo: ¿cuando hablamos de justicia, hablamos de un sistema a aplicar o hablamos de una idea fundacional de las civilizaciones modernas? El sistema judicial puede ser una mentira, pero la justicia es una idea, una abstracción, que aun sujeta a cualquier relativismo siempre acaba emergiendo. La justicia es la satisfacción, en la medida de lo posible, ante el abuso. Y lo escrito, lo sistémico, siempre va a rebufo.

La prueba de esto que comento se encuentra insertada en cualquier proceso abierto por corrupción de cualquier tipo a altos funcionarios. A los de corbata cara y caterva de palmeros. En esos casos, si bien algunos están por aclarar y sentenciar, el sistema jurídico queda en pelotas frente al concepto de justicia, que lo mira descolocado. Y, como suele pasar en esta sociedad en la que habito sin encontrar mi sitio desde hace 29 años, lo escandaloso del asunto no evita que lo injusto se imponga a lo cabal.

Luis Roldán vive a cuerpo de rey con el dinero que robó y escondió vete tú a saber dónde. Mario Conde disfruta de un sueldo en la cadena Intereconomía por hablar de honestidad cuando fue protagonista de uno de los mayores casos de desfalco de los últimos 50 años. Santiago Calatrava, que ni tan siquiera firma sus proyectos -no acabó su carrera de arquitectura- nunca será juzgado por concesiones irregulares o sobrecostes ilegítimos, toda vez que un jurado popular (valga la polisemia) absolviera a Francisco Camps por no ver indicios de punibilidad en recibir regalos por parte de gerentes de empresas de dudoso funcionamiento y fiscalización.

Jaume Matas compró un palacio en Mallorca valorado en 1 millón de euros cuando hubiera necesitado vivir dos vidas -nótese la hipérbole- para pagarlo con su sueldo de presidente balear. Él mismo protagonizó una escalada de imbecilidad y pretenciosidad sin precedentes para convertir a las islas en el nuevo Miami (con el permiso de la Comunidad Valenciana) que hizo volar millones de euros en comisiones ilegítimas. El resultado es de sobra conocido: un déficit bestial del cual se acusa al contribuyente por haber vivido por encima de sus posibilidades, cuando parte únicamente de la avaricia de cuatro mangantes de, eso sí, sonrisa impecable.

Meter en la cárcel 6 años a este exministro de medio pelo y agrandadas arcas no evitará que disfrute del pastel que durante años cocinó cuando salga de la cárcel. Como Roldán, como Conde y como tantos otros. Los contribuyentes seguiremos agraviados. Se habrá cumplido con el sistema jurídico, sí, pero no con el concepto que se supone base de nuestra civilización: la justicia universal. Y los incomprensibles defensores de esos adalides de blanca y pura moral que un día dirigieron los designios de una administración pública se escudarán en un "cumplió con su castigo" y con un "todos haríamos lo mismo" cuando el elemento salga de la celda en la que vivirá a cuerpo de rey si es que la pisa para seguir viviendo como un marajá con el dinero que chupó de nuestros pírricos sueldos en forma de impuestos.

Mientras los agraviados desde el punto de vista de la justicia poética, conceptual o como quieran llamarla no nos podamos sentir satisfechos, el sistema jurídico seguirá estando condenado al anacronismo y al contrapié. Mientras los ciudadanos no puedan presentarse como acusación o al menos como damnificados en casos de corrupción, se seguirá perpetuando la gran farsa en la que vivimos especialmente en España (único país de la UE junto con Malta que no posee una Ley de Acceso a la Información según los estándares). Y mientras no se dicten sentencias de perpetuidad condicionada a la devolución de lo robado, los puestos de responsabilidad seguirán siendo un caramelo para elementos de dudosa catadura moral, y así seguirán saliendo ladrones de debajo de las piedras.

JM Martín

lunes, 12 de marzo de 2012

Así, no. De la huelga general, de mis ganas y de mis dudas.

Entremos a saco: la cuestión de la huelga general del 29M es más compleja de lo que parece. Sí, como no-rico y precariempresario estoy absolutamente en contra de la nueva reforma laboral, que no creo que genere riqueza por parte de las PYME (que sostienen un porcentaje de trabajo importante en este país) porque, por ejemplo, voy a seguir pagando una cantidad draconiana al mes y me va a seguir costando 200€ por nómina dar de alta a un empleado en mi empresa, no como en países donde se ha desregularizado este sector, donde es obligatorio tener al empleado asegurado pero donde se puede elegir un seguro privado -incluyendo al propio autónomo- que abarate los costes mensuales de, no lo olvidemos, generar empleo. La reforma laboral es una basura, y sí, hace falta presión social contra ella, porque es imperativo -no nos queda- que no se apruebe para no dar por perdidos derechos logrados durante siglos.

El tema es, como veréis a continuación, muy complejo: el horizonte del trabajador es muy negro, pero no es ni tan siquiera gris perla con una huelga general. A la pregunta sobre si esta va a ser efectiva sólo puedo responder a la gallega: ¿ha servido de algo alguna de las recientes?. No, no tengo clara la conveniencia de una huelga general, aunque es una contradicción interna que tengo. Me explico: creo que tenemos (la izquierda) un problema recursivo desde hace siglos. Seguimos recursos que funcionaron muy bien, pero que ya no funcionan. Y que no van a funcionar, entre otras cosas por esto:

1) Es impensable -consulten a su fuero interno, no suele fallar- que la huelga pase de un día en este país con estas condiciones económicas, con estos dramas personales y en definitiva con este miedo a perder demasiado dinero. Con sólo un día, el impacto en términos económicos -para los grandes capitales, obviamente- que un paro general puede tener es ridículo. En este sistema laboral del "si no lo curras hoy, lo currarás mañana", los beneficios están planificados. De ahí las retribuciones por incentivos y objetivos: el trabajador es una flecha en un GPS en el que el camino marca previsiones y por tanto la estrategia a seguir. Y el que se desvía mucho del camino, suele acabar fuera del navegador por las malas.

2) En cuestiones de contestación se sigue una línea estratégica propia de años en los que la conciencia de clase estaba más plasmada en la realidad social. Yo soy autónomo, lo único que puedo hacer es traspasarme trabajo -clases de repaso en una academia- de un día para hacerlo otro, y a una malas tener que descontar de la tarifa del mes que viene al cliente en cuestión como descargo por un día perdido. Pago siempre lo mismo, con lo que no presiono absolutamente nada al estado. De hecho, lo que me puede pasar si a algún papá le parece que soy un rojeras indigno de dar clases a su hijo, es que emigre a otro centro. Y el autónomo del mes que viene lo seguiré pagando igual. Esto es: los autónomos no tenemos derecho a sindicarnos. Otros colectivos tampoco. Con lo cual, al nulo impacto de colectivos que funcionan con retribuciones en función de rendimiento, hay que sumar al nuestro.

3) No se explota el papel del ciudadano en el plano económico actual. Esto es: ya no somos fuerza de producción a secas. Lo somos menos, y ahora somos principalmente fuerza de consumo. No trabajar impacta poco, pero no consumir destroza. El que se beneficia de esta reforma laboral no sólo es aquel que se ahorra pagarnos un despido, sino también aquel que vive de nuestro dinero mejor que nosotros, porque nos da bienes y servicios con un margen de beneficio en la mayoría de ocasiones escandaloso. No podemos contralegislar por nuestros derechos laborales, esto es una realidad, pero sí podemos evitar darles nuestro dinero, porque el consumo es una decisión que, salvo monopolios, es libre y planificable.

4) No se plantea acompañar una huelga general -que es eminentemente de producción- con una de consumo. No saber complementar acciones es sintomático de un error que los sectores más contestatarios -la izquierda creativa y propositiva, hablando claro- no dejan de cometer, demostrando que los dogmas atenazan no sólo a quienes aplauden al portador del mango de la sartén sino a los que nos freímos en ella. No existe una planificación estratégica real, y esto parte de una desunión manifiesta. Y quienes piensen que para unirnos debemos hacerlo en torno a una acción, tienen que esforzarse un poco más. La unión no puede hacerse en torno a una huelga, sino en torno a cuestiones más analíticas.

y 5) Las huelgas son previsibles. De llevarse a cabo, el 30 de Marzo el gobierno dirá que fue un fracaso, los sindicatos que fue un éxito, los diversos partidos de la oposición que hay que guardar prudencia para evaluar y que esperan haber forzado una reflexión por parte del gobierno y los asistentes... los asistentes se irán saciados por un día pero empezarán a mosquearse a los dos, nadando entre la incredulidad y el cabreo. Lo previsible ya no es efectivo, porque los poderes generan mecanismos efectivos -tienen toda la capacidad legislativa del mundo- para suavizar hasta la caricia el pretendido impacto de lo que antaño fue sorprendente y dañino. Hace falta innovar. Puedo equivocarme, pero me parece poco menos que una evidencia.

Conclusión: hace falta organizarse no en torno a una acción, sino a lo que nos dice si esta va a generar cambios positivos o no. Es necesaria una reflexión analítica, intelectual si se quiere, y no tener miedo de abandonar ciertas estrategias. Jubilarlas no significa necesariamente renunciar a unos principios y referentes ideológicos, sino reinterpretarlos en función de un cambio de paradigma que está siendo catalogado de histórico: podemos estar viviendo el final de la revolución industrial. Del capitalismo como lo hemos entendido hasta ahora si se prefiere. Las condiciones son extraordinarias, totalmente nuevas. Es necesario adaptarnos a ellas para cambiarlas. Seguir patrones que obedecen a otras condiciones es, en definitiva, poco menos que un paripé.

Apoyaré la huelga del 29M por solidaridad con aquellos que la sufren, que son familiares, amigos y gente de mi entorno vecinal, cuyo sufrimiento significa el mío, porque no quiero vivir en un entorno (más) empobrecido. Pero incitaré, presionando no virtual sino físicamente, a un replanteamiento en aquellas instituciones, sindicatos y partidos en los que tengo allegados. Y espero que todo aquel que tenga la oportunidad haga lo propio.

JM Martín

domingo, 4 de marzo de 2012

Comentario de texto. Hoy, las provincias y las #intifallas


Partiendo de la base de que no tengo claro que protestar por los recortes antes de una mascletá, conociendo el carácter exacerbado de la masa fallera y la politización a la que se prestan, sea lo más adecuado, os propongo que leáis este artículo de Las Provincias:

http://www.fallasvalencia.es/noticias/abucheos-mascleta-degeneran-altercado-balcon-municipal

Después, comentemos las carencias de ética y los excesos de estilo, todo lo cual será escrito en mayúsculas por mi parte.

1) "En el balcón del Ayuntamiento no disfrutaron tanto, primero porque las falleras mayores de Valencia y sus cortes de honor sufrieron de nuevo los gritos y abucheos de una minoría muy ruidosa, QUE SUPUESTAMENTE se reúne para criticar los recortes del Gobierno".

A ver... ¿supuestamente? Ese vocablo deja una intención subyacente, que es poner al lector en una tesitura de sospecha perniciosa hacia esa "minoría muy ruidosa". ¿Se manifiestan por los recortes del gobierno o porque son unos antipatriotas y desean amargar el dulce de la nostra festa a los valencianos de bien? Sí, este es un caso de lujazo léxico de libro. Era algo innecesario y, por tanto, sobra, porque esta minoría ruidosa se manifiesta para protestar contra unos recortes y eso no se puede poner en tela de juicio.

2) "El enfrentamiento robó protagonismo al primer día festivo de las Fallas, una jornada para comprobar las ganas de fiesta de la gente Y, SOBRETODO, LAS POSIBILIDADES DE NEGOCIO EN LA CIUDAD."

Si en las elecciones estatales del pasado 20N el Partido Popular reventó hasta la saciedad la palabra "trabajo", ahora este medio abusa de una referencia -falaz hasta el vómito, por cierto- a la tesitura económica. Pese a que una gran cantidad de gente no se plantee que en realidad se le está vendiendo una moto, como cuando se emplean tantas otras palabras "talismán", esta referencia se desmonta sola. Porque, en primer lugar, las posibilidades de negocio en una ciudad en fiestas se determinan sumando una cantidad muy grande de variables, como los trayectos programados para las marchas propias de la fiesta (la ofrenda), la ubicación de los negocios y los productos y servicios que estos dispongan, la coyuntura económica local, el tipo de moneda y, algo muy importante, la situación económica de los foráneos que decidan acercarse a disfrutar de la fiesta. En segundo lugar, este argumento se cae sólo porque estos últimos mencionados turistas no deciden venir en fallas a día 4 de Marzo, sino bastante antes, por aquello de la planificación de las vacaciones que todo hijo de vecino hace y por aquello de que reservar el transporte con antelación supone un ahorro.

3)
‎"La alcaldesa Rita Barberá,FIEL A SU COSTUMBRE de saltarse algunos días la agenda para descansar y cargar pilas de cara a la próxima semana, no acudió al balcón, LO QUE HACE TODAVÍA MÁS INEXPLICABLE los insultos que los integrantes de la protesta dirigían al Consistorio".

En primer lugar, Rita puede alterar su agenda para descansar, pero nunca ha faltado a su cita con la fiesta. De hecho, fue precisamente ayer 3 de Marzo cuando faltó por primera vez de manera voluntaria a una mascletá desde que forma parte del mobiliario urbano de Valencia, perdón, desde que es alcaldesa.

En segundo lugar, si los protestantes claman supuestamente contra los recortes de un gobierno y estos acuden al consistorio para hacerlo puesto que este, como edificio oficial, es considerado símbolo y lugar propio para la protesta, no es de extrañar y mucho menos es inexplicable que se proteste en esa localización. Porque la protesta no es contra la alcaldesa, cuya ausencia por cierto se conoce in situ y por lo tanto es imposible de prever para los manifestantes, sino contra una institución. Si no quieren que las protestas coincidan con la mascletá en esa ubicación, que la celebren en la Plaza de Manises o en Galapagar.

4)
"la concejala socialista Pilar Calabuig adelantó que (...) sobre las protestas en sí, comentó que «NI LAS COMPARTO NI LAS DEJO DE COMPARTIR, son momentos muy críticos y todo el mundo ha sido joven como estos estudiantes», en referencia al origen de las protestas en los institutos."

Cuando una persona manifiesta su opinión, esta debe contener información. Cuando el posicionamiento de una persona es requerido, uno puede elegir no emitir ningún mensaje si no tiene una opinión formada y aducir la necesidad de informarse acerca de los hechos. Pero lo que hace esta edil socialista es un brindis al sol, un "quedemos bien con todo el mundo" que la deja en evidencia como un sujeto tibio y con ganas de mantener un estatus (política valenciana con aspiraciones) a base de no quedar mal con nadie. Y si esa es la actitud que ofrece un político de la oposición (es decir, hablar para no decir nada acerca de un tema de una sensibilidad muy alta), entonces... apañados vamos.

5) "Por el contrario, el portavoz de Compromís, Joan Ribó, LEJOS DE HACER UN LLAMAMIENTO A LA CALMA y que cesen las protestas dirigidas al balcón donde cada día se colocan las falleras maores, rechazó por «absurda y persecutoria la criminalización a la que está siendo sometida la coalición por parte del PP»."

Evidentemente, un partido al que se está acusando de azuzar a sus huestes en la calle (dios, parezco un redactor de Intereconomía) no va a pedir que cese algo que en teoría apoya y que según este periódico (¿fuentes, por favor?) organiza
.

Por otra parte, es genial el nivel de alarmismo y de paranoia de algunos medios y sectores políticos. Si hay que hacer un llamamiento a la calma en una pitada que dura menos de cinco minutos, es lógico que haya que golpear a estudiantes por cortar una calle. Pero no, ese prisma de percepción no nos sirve, porque es peligroso y puede redundar en un incremento de la tensión. Y entonces serían los voceros los corresponsables de algo muy desagradable. Quien leyera esto tras salir de un coma podría pensar que Joan Ribó debe pedir a sus jóvenes aprendices de terroristas que dejen de adosarse explosivos en la cintura cuando acudan a una mascletá y que dejen de quemar y destrozar mobiliario público. Y estamos hablando de una pitada que, además, no va dirigida ni a la Junta Central Fallera ni a ningún representante ni aficionado a la fiesta de las Fallas. Seamos serios y menos sensacionalistas.

y 6) ‎"La concejala de Jardines, Lourdes Bernal, miembro de la corte de honor de 1992, afirmó por su parte que UNA NIÑA QUE ACOMPAÑABA AL PIROTÉCNICO LLEGÓ A LLORAR POR LA TENSIÓN al cruzar la zona de la protesta para subir al balcón. EL PROPIO BENLLOCH (n.d.r: esto es, el pirotécnico) DESCARTÓ ESTA CAUSA y dijo que las lágrimas de su sobrina Ainhoa se debían a los nervios por la multitud."

Hay periodistas a los que uno no le coge el hilo. Paco Moreno, el redactor de este artículo -por llamarlo de alguna manera- es uno de ellos. Llena de bias (esto es, modaliza o subjetiviza descaradamente) el texto y luego resta de un golpe en la mesa credibilidad a su propia opinión, desmintiendo unas afirmaciones con una rotundidad contra sí mismo impropia ya no de un licenciado en Periodismo, sino de un estudiante de Comentario de Texto de 2º de Bachiller. Para quien todavía no lo haya pillado: el redactor pone el grito en el cielo por algo que ha pasado y luego acude a la fuente más fiable (el supuesto afectado) para desmentir que ese algo haya pasado. Todo un facepalm como colofón a un artículo lamentable.

CONCLUSIÓN: Sean o no acertadas las protestas, sean o no convenientes, sean o no las fallas unas fiestas politizadas, sí que hay una doble constatación de defunción a la que accedemos vía este artículo: la política está muerta y el periodismo huele a exactamente lo mismo.

JM Martín