domingo, 31 de octubre de 2010

Borregos

Hay semanas que nos proporcionan unos hechos que acaban arrojando una información la cual, leída entre líneas, puede acabar siendo de vital importancia para entender el mundo en el que vivimos. Esta semana, o más bien estas dos últimas, han sido muestra de ello. Pulpos cuya muerte levanta demasiada expectación, intelectuales absorbidos por el peso de su personaje que acaban pasándose de frenada, otros que se meten en barrizales infames, expresidentes que fallecen y pasan a ser buenos ad aeternum, alcaldes que no piensan lo que dicen. Elementos dignos de estudio si no fuese porque lo realmente interesante no forma parte de esta fauna, sino de las reacciones derivadas.

El pulpo Paul murió y los focos se dirigieron hacia este animal que tuvo la virtud de saber imponerse en repetidas ocasiones a un 50% de probabilidades de fallo representadas en una pecera. Su cuerpo apareció en el fondo de un acuario, como es lógico, lleno de un agua que desprovista de heces del difunto bien podría haber salvado la vida de cualquiera de los cientos de haitianos que murieron ese mismo día por no tener agua potable y que no centraron la atención de los infamemente sensacionalistas telediarios españoles. Por supuesto, el pulpo Paul tendrá más resonancia dentro de un año en España de la que tiene el terremoto de Haití actualmente, cuando pasa un año de la tragedia.

Sánchez Dragó se descolgó con unas aberrantes líneas en las que presumía de haber sido seducido y violado (sic) por unas lolitas treceañeras de asiático abolengo en el año 67. De estar en el imperio ateniense del siglo V a.C., este señor hubiera sido lo más. Pero como estamos en pleno siglo XXI y hay cosas que no son de recibo, y como Sánchez Dragó ha recogido en forma de detractores los excesos verbales cultivados durante décadas de arrogancia intelectual y de estar por encima del bien y del mal, pues le ha tocado comerse un marronazo de tres pares de narices. Ha tratado de escurrir el bulto, diciendo que era todo una recreación literaria de otro testimonio, ha jurado por su honor en tierras niponas que jamás tuvo contacto erótico con dos lolitas, quizás por miedo de que dos luchadores de sumo le ensancharan el esfínter más de lo debido. Pero lo único cierto es que alguien ha hecho algo que se podría haber ahorrado y que atenta contra las buenas costumbres. Y lo aterrador aquí es que, como vivimos en un país de catetos partidos por la mitad, ha habido quien ha defendido al susodicho y a sus palabras para repeler el ataque de "los otros". La paranoia hecha excusa o la excusa hecha paranoia, no lo tengo claro todavía.

Le vino bien el patinazo de Sánchez Dragó al alcalde de Valladolid para desaparecer en la bruma de la polémica ajena. Este señor cometió el pecado de decir lo que mucha gente piensa (no yo), con el único "pero" de que su cargo público no le permite ser una persona más. El insulto a Leire Pajín transgredió los límites de lo aceptable y de paso tapó la gravedad del resto de sus palabras. "El problema de los embarazos no deseados y de las enfermedades de transmisión sexual no se soluciona repartiendo condones". No, se solucionan con educación, caballero mío. Pero como es usted partidario de la supresión de la asignatura de Educación Sexual, y jalea a los ideólogos del Spanish Tea Party que pululan por intereconómicos canales al grito de "zorra, guarra y puerca" cuando alguien se interesa por la educación sexual de los menores, y como no parece ud muy proclive al condón, dejemos que el Sida y la superpoblación nos maten. Para ver lo que hay que ver y oír lo que hay que oír, yo no opondré demasiada resistencia. Quizás hablara este señor así por miedo a quedarse sin trabajo (es ginecólogo el figura) o quizás por envalentonarse al ver por fin un micro de una cadena estatal delante, pero este señor meó litros fuera de tiesto y, algo que es peor, mucha gente lo apoyó por aquello del ataque (o defensa) a (o de) ese otro sector borreguil.

Néstor Kirschner falleció en una clínica argentina a los 60 años. Como todo expresidente, fue enterrado con honores. La gente recordó lo bueno que era. Acabó con el problema del Corralito. Normal. Estos problemas creados en las entrañas del sistema político y financiero de un país no los puede solucionar un charcutero. La gente salió a darle el último adiós entre banderas y exaltaciones patrióticos, dejando la podredumbre de sus problemas en casa y olvidando por unos instantes el grave contexto socioeconómico que vive occidente. Miles de personas despidiendo a una sola, sin que esta haya sido un gran pensador, un gran científico, un gran poeta, un gran pintor. No lo fue, tan solo fue un hombre que tomó decisiones, algunas mejor que otras. Como dijo un amigo argentino, "lamento más la muerte del pulpo Paul, al menos él cumplió el 100% de lo que prometió". Descanse ud en paz y descansemos nosotros de su descanso, si me permite la insolencia. Que el mundo no se pare por un político.

Pérez Reverte criticó duramente en twitter las lágrimas de un ministro al despedirse. Los medios hicieron la habitual difusión selectiva en la que se está convirtiendo la otrora noble profesión periodística. Sacaron tres frases de contexto, ayudados por el estilo inconfundiblemente agreste del escritor, y la mierda empezó a llover sin dar tiempo a mayores explicaciones. Quienes se posicionan en el bando de la oposición apelaron a la libertad de expresión para justificar las palabras del intelectual murciano, si bien más que justificarlas estaban haciendo un uso deliberado de las mismas. Quienes se sitúan en el bando del poder se quejaron y apelaron a que el concepto de hombría es un vocablo caduco. La gente de a pie criticó las formas empleadas por el escritor. Los usuarios de twitter sacaron la bis cómica (como suele ser habitual) con sus "perezrevertefacts". Y nadie, o prácticamente nadie, se quedó con el fondo de la cuestión: es deporte nacional rajar a la escena política, pero salir del sofá de tu casa y hacer pública la crítica está mal visto. ¿Quién es Pérez Reverte para criticar a Moratinos por llorar? Pues, señora: un ciudadano que sospecha de que, como cuando uno pierde unas elecciones, lamente más perder una posición que la posibilidad de hacer algo por la ciudadanía. Ese era el fondo de la cuestión, fondo absolutamente perdido. Cada uno tiró para su lado y hasta luego.

Fenómenos varios y una única conclusión: el patio está lleno de confusión. Hoy más que nunca: tengo miedo de la gente.

JM Martín

PD: Para los despistados con Pérez Reverte, lean su texto "Permitidme tutearos, imbéciles" y comprueben el compromiso de este escritor con la denuncia de lo zafio y, a ratos, de la corrección política.

domingo, 24 de octubre de 2010

Testimonio propio y la esperanza en la otra orilla

La entrada de hoy no va a servir para pelar con un metafórico cuchillo pelapatatas a nadie que haya soltado una burrada monumental. Estos días he oído al alcalde de Valladolid, he oído burradas sobre el cambio de gobierno, he visto mierda. Pero hoy no voy a hablar de nada de eso. Hoy voy a escribir el post más sincero que haya escrito nunca, porque en él va incluido una parte de mí, una pequeña historia de una persona también pequeña.

Empecé a hacer radio casi por accidente a los 17 años. Siempre me interesó mezclar el humor con ese tipo de noticias que nunca salen en prensa, por hilarantes, por feas o por tocar temas tabú. Leí una vez en una orla una frase que venía a decir que el humor es la idea de saber que no puedes cambiar el mundo. Nunca estuve de acuerdo. El humor es algo infinitamente más importante que eso. El humor es un recurso, un modo de vida que no exime de la lucha por cambiar el mundo. Y la lucha por cambiar el mundo no es algo de lo que un ciudadano normal y corriente está lejos. El humor puede ser una faceta muy útil que puede impedir que quien lo emplea se hunda ante la dificultad de cambiar las cosas. Así pues, como decía, empecé a hacer magazines radiofónicos en emisoras pequeñas, aunque poco a poco salté a alguna emisora con más capacidad de onda. Disfrutaba compaginando la vertiente hilarante con la música no comercial y con esas noticias que nadie quería sacar. Un buen día, y casi sin darme cuenta, dejé la carrera de Filología para irme a trabajar como reportero de informativos de televisión a una pequeña cadena de televisión. Estaba en un sueño maravilloso en el que veía que mi más romántica aspiración -esto es, ser un periodista inquieto y quizás incluso un corresponsal de guerra- se acercaba.

El sueño se rompió en poco tiempo. No eran inconvenientes el horario, la cantidad de trabajo o el sueldo (de hecho no me podía quejar de sueldo). El inconveniente era sentir que traicionaba unos principios. Tenía acceso a personajes públicos de alto interés, como ministros, exministros que mandan huevos y arriba Honduras. Tenía incluso acceso a eventos de escaso poder mediático pero impresionante calado personal y profesional, como cuando entrevisté en un foro a Ephraim Halevy, un nombre que a nadie dice nada pero que lo es todo si digo que ha sido durante décadas el nº1 del Mossad israelí, nº2 de Ariel Sharon en el gobierno ultracatólico israelí y, a la postre, el padre del genocidio palestino a partir de la 2ª intifada. Hice realmente cosas interesantes. Pero sentía que era parte de una mierda infumable que en mi cabeza había sonado demasiado bonita durante 25 años: el periodismo no era romántico, el periodismo no era información. Recuerdo que yo llegaba con mi micro y hacía preguntas, y mi jefe de informativos me decía que así no, que había que soltar una frase y preguntar aquello de "¿no es así?" para obtener un "sí" que justificase las intenciones de quienes te pagaban, porque además de ser partícipe de tontoperiodismo tuve que recoger sobres con dinero negro de ayuntamientos para que se hablara mucho y bien de ellos. Con el tiempo, vi mis noticias recortadas, o locutadas con otra voz y firmadas con otro nombre. Huí.

La verdad, si es que existe, no vale una mierda. La información contrastada, que es la única verdad que puedo defender, no vale una mierda. Los filtros mandan. El periodismo es publicidad política. Los periodistas buenos se cuentan con los dedos de una mano. Los malos periodistas no tienen ética y mandan. Los periodistas con ética, buenos o malos, huyen.

Desde hace tres años no he querido saber nada del periodismo real. Me han ofrecido trabajo en en medios y he tenido oportunidad de volver como freelance. He pasado olímpicamente de ello. En un mundo donde "repetición" es sinónimo de "veracidad", yo no pinto absolutamente nada. Tengo poca paciencia para repetir las cosas y demasiadas pocas tragaderas como para deglutir información sesgada. Me he pasado al lado freak del asunto: la investigación lingüística. Acabé la carrera y me quedé con hambre. Prefiero morir entre libros que tengo que releer cuarenta veces para acabar de enterarme que hacerlo entre mentiras. Me inscribí hace tiempo en The Black Vault y Wikileaks para mantenerme informado sobre lo que a nadie "ahí arriba" le interesa. Puestos a deglutir información selectiva, la selecciono yo. Los medios de comunicación no valen una mierda. Sirven para hacer fluir dinero e influencias. No sirven para absolutamente nada más. Espero que la investigación y el estudio me sirvan para algo más. Pero no es difícil: la mierda no da para mucho.

La información oficial y la política de partidos son el excremento que nos sirve el poder en bandeja para mantener un status que le beneficia. Y lo hace por su metafórico y maloliente ano: los mass media. Su única misión, porque es el cometido del poder, es mantener dividido a la ciudadanía para, en medio de ese desconcierto, seguir viviendo de lo que queda de nosotros. Llámame paranoico.

Pero una red de personas con una cara a estas horas reconocible están haciendo lo contrario. Clegg, el viceprimer ministro de Inglaterra, ha pedido explicaciones a EEUU por la sucia guerra de Irak. El poder está siendo dividido por un grupo de ciudadanos responsables. De periodistas de verdad. De los que se juegan el tipo por que la verdad llegue. La verdad no puede tener contraindicaciones salvo para quienes quieren vivir al margen de ella. La verdad es lo único que se nos lleva escapando en los últimos 200 años en ese conjunto de líneas difusas llamado Occidente. Tenemos muchas cosas al alcance de la mano. Pero no tenemos la verdad. No tenemos nada.

Julian Assange y luchadores de pluma y libreta, de portátil y de módem, llamados Wikileaks. Gente que mueve el culo. Gente que sabe que probablemente acabe muerta por lo que están haciendo. Pero gente que ha saltado a donde nunca salta la verdad: a los medios de comunicación. Con ese salto no se garantiza que la verdad llegue ya. Pero se garantiza que esta práctica de periodismo real se perpetúe en el tiempo.

Dice el título que esto va de un testimonio propio y de la esperanza en la otra orilla. El testimonio es absolutamente real y me jode tener que contarlo y no poder contar que me fue genial y que el periodismo es maravilloso y que cumple una necesidad fundamental del ser humano como es el derecho a la información. Pero la esperanza es real. Frágil y perseguida, pero real.

No se persigue una opinión como en un régimen autoritario. Se persigue la información. La gravedad es extrema. Pero si el estado de salud de la información es grave, en parte es una buena noticia: está viva. Y os dejo este enlace para ilustrarlo.

Una mierda no puede oler durante demasiado tiempo sin que alguien acabe tirándola a la basura. El tiempo de limpieza está al llegar.

JM Martín




lunes, 18 de octubre de 2010

Una de cine y amigos

Desde que empecé esto del blog, me he cagado en el grupo Intereconomía, me he metido con turistas idiotas, he defecado sobre la cabeza de políticos de uno u otro lado, he disertado sobre la huelga, he flipado con la expulsión de gitanos rumanos, he culpado a los viejunos de la situaciçon de la sociedad, luego he culpado a la gente de mi edad de lo mismo y me he acojonado con el hype de los mineros chilenos. Todo eso, he de decir, mientras veía como en Menéame, Forocoches y demás webs donde la gente acude en masa a hacerse la paja en la cara del otro surgían admiradores y detractores. Vamos, que desde que empecé esto del blog me lo he pasado teta. Aprovecho para agradeceros a todos vuestra presencia: políticos, polemistas de mierda, creadores del grupo Intereconomía, detractores y fanses de Menéame(la) y seguidores del blog. Gracias por tocarme los cojones (los más) y leerme (los menos). Es un placer escribir cosas que nadie quiere leer y resultar incómodo hasta a mi propio padre.

Pero resulta que me aburro haciendo siempre lo mismo, y resulta que tengo la suerte de tener un buen amigo que es una persona que sabe mucho de cine y que además tiene un blog sobre la materia. Y tengo todavía más suerte por el hecho de que compartimos no solo adolescencia sino sentido del humor. Así que como el otro día vi una peli que casi me cuesta que tres personas me fusilaran a hostias de gafa de pasta, he decidido colaborar con este hombre. Si queréis leer mi post de hoy, que os aviso que es tope interesante, os metéis en Cinefilia Basura y os lo leéis. Y me hacéis el favor de seguir los consejos cinematográficos de este blog. Desde que lo hago, estoy más guapo, huelo mejor y me ha crecido el pene.

JM Martín

PD: De tanto en tanto, mi buen amigo cinefílico, el señor Marcos Bañó, escribirá en este vuestro blog. Y tranquilos, que él también os hará sentir incómodos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El lado oscuro de la mina.

La luna terrestre es un astro particular en nuestro sistema solar. Es el único satélite natural de este sistema que, aparentemente, solo hace visible una de las dos caras al planeta al que orbita. Así, nuestra luna posee un lado iluminado y otro oscuro. El iluminado, que no deja de reflejar la luz que recibe del sol, ha dado pie a numerosos mitos, a idealizar caras, a devenir objeto de deseo de sultanes, a parir poemas. El lado oscuro ha dado lugar a elucubraciones de todo tipo, aunque también a dado título a algún magistral disco.

Como una analogía inevitable, quizá porque en el fondo no somos nada más que una parte del mismo universo visible en el que la luna reina con elegancia, el ser humano se centra en el lado luminoso, en el ilusionante, en el evidente, en el precioso y optimista, dejando ese oscuro lado de la luna a la imaginación o, lo que es peor, a la indiferencia. Porque, al igual que muy poca gente se plantea qué hay al otro lado de la luna, la gente deglute euforia como deglute todo: sin plantearse que después puede venir un empacho o que, directamente, el producto puede estar caducado.

Hoy todo es euforia, ilusión, llanto optimista, saltos de alegría. Hoy todo es ensalzar a esos supervivientes elevados a héroes, a esos profetas de la esperanza que han aguantado en el abismo telúrico, que han nadado en la oscuridad y que han conseguido salir vivos tras dos meses de cautiverio. Hoy todo son promesas y loas. Hoy todo es ese brillante lado de la luna que a todos hipnotiza.

El lado oscuro viene de ayer pero solo unos pocos lo vieron. Mañana, y si no pasado mañana, la realidad que hoy todo el mundo ignora se hará presente. Mañana, algunos de los 33 mineros chilenos estarán visitando el campo del campeón de la recontracopa de Swazilandia y conociendo a su ortocampista estrella. Mañana, el presidente de su país se hará la foto de rigor en la casa presidencial con 33 individuos a los que se regalará un traje y una corbata y se limpiarán las manchas de polvo de sus caras mientras les agradece con su profidéntica sonrisa de diplomático populista el hecho de haberle hecho subir en las encuestas, que es lo que más les importa a esta gente.

Mañana, mientras todos los gobiernos se estén haciendo una autofelación congratulándose por su excelente labor de colaboración, la empresa dueña de la explotación del ya famoso yacimiento chileno seguirá adeudando tres mensualidades a sus trabajadores. Mañana, mientras los guionistas de grandes telefilmes de la historia como "El accidente de avión más morboso de la aviación española" estén pujando por los derechos de esta auténtica mina de oro, el sistema en el que se sustentan industrias como la minería, la metalurgia o la siderurgia seguirán rozando la semiexclavitud, sus condiciones serán insalubres a todas luces y los patrones de indemnizaciones serán directamente inexistentes.

Toda realidad tiene un lado oscuro. El empacho de ilusión no debería hacer olvidar que fueron los flashes, y no los problemas de la minería, los que atrajeron al presidente chileno al escenario de la última proeza humana. Y menos aún deberíamos olvidar que, para congregar a la alta diplomacia mundial, pudo más un solo flash que siglos de indignidad laboral.

Que aquellos que se empacharon de oscuridad no se mueran de luz.

JM Martín

jueves, 7 de octubre de 2010

Nosotros (y solo nosotros)

Nací en 1982. Tú tienes una edad similar. Te esforzaste. Como yo, seguramente te sacaste unos estudios superiores trabajando. Quizá te lo dejaste antes, viste el dinero y te tiraste a trabajar. O quizá eres de esos que tienen módulos para aburrir, experiencia laboral desde los 16 años. Le echaste un par de huevos desde joven, porque viste que fue lo que hizo la generación de tus padres. Tuviste iniciativa. Quizá estuviste un año fuera: Erasmus, Leonardo o recogecopas. Te formaste. Te defiendes con los idiomas. O igual eres un zote, pero en tu currículum no pone eso. No lo pone para no ensuciarlo, pero ahora te das cuenta de que todas tus calificaciones, todos tus cursos, todas tus notas, tu máster, tu educación, todo eso ensucia ese papel que tú dices que te has cansado de tirar. Buscan a gente sumisa, dicen. Sin iniciativas. Gente a la que se pueda pagar poco. Y crees que tu generación está tirada a la basura. Y te cagas en etiquetas, en Generación X, en Generación Ni-Ni. Tú eres tú. Tú eres único. Tú tienes cultura, tú tienes criterio, tú tienes espíritu crítico, tú eras la llave del futuro PEEEEEEEEEERO el mundo es cerril, el mundo es estúpido, el mundo es gilipollas y el mundo pasa de ti, de tus capacidades, de tu experiencia, de tu potencial y de tu cara. El mundo tiene la culpa. Se va a la mierda porque quieren cuatro. Y tú lo sufres. Y te jode. Pero eres más listo que ellos. Y te vas a regodear mientras el mundo se va por el sumidero, pensando aquello de "yo podría haber sido... pero ellos no quisieron, ¡que les zurzan!". Lo dejas claro entre tus amistades. Lo dejas claro a los mayores, porque ellos son los culpables de todo este embrollo. Crisis económica, crisis de ideas, crisis de mierda... ¡Tú tienes narices! ¡Lo dejas claro en foros, en blogs, en twitters! ¡Oh, dios, qué puta prosodia! ¡Cuanto ingenio malgastado! ¡Tú eres más inteligente, tú eres la víctima, eres tú quien está jodido! ¡Eres tú quien heredarás toda esta basura de mundo que se está cocinando! ¡Sí, tú y los que somos como tú!

Para ser tan inteligente eres un cretino de mierda y un cobarde. Y tu amigo lo mismo. Y yo, lo mismo.

Lloramos como magdalenas, o como putos muffins, que es lo que mola decir ahora. Nos quejamos porque seremos nosotros quienes heredemos todo esto. ¿Acaso nos merecemos más? Nos han acostumbrado a que si se sale a la calle hay que hacerlo tras una pancarta, tras unas siglas, tras algo en común. ¿Hay algo más en común que el negro futuro?

No, es que mira, es que aquellos son catalanistas, es que aquellos son fachas, es que aquellos son unos sociatas, es que aquellos son independentistas, es que aquellos son unos punkies, es que sontodosunosgilipollasmenosyo.

No, mira, es que aquí los únicos gilipollas somos nosotros. Criticamos el politiqueo, criticamos la burocracia, criticamos el capitalismo salvaje, criticamos los números y a aquellos que se escudan en ellos para ponernos el esfínter como una boca de metro. Criticamos su hipocresía, criticamos el como se ponen a parir para luego darse la mano y jodernos. Y como nosotros somos gilipollas y además desorganizados, nos fijamos más en las cuatro tonterías que nos diferencian y no nos juntamos, no nos organizamos, no tomamos las calles, no nos hacemos con las riendas de la situación. Que es lo que hacen ellos, ni más ni menos.

No tengo ni puñetera idea de cuanta gente entre 20 y 40 años en situación jodida hay en este pais. Podría mirarlo en google pero no me hace falta: ni hago cálculos y por lo pronto se me ocurre que seguramente ACOJONARÍAMOS si nos organizáramos, si saliéramos a la calle y si reclamáramos un poco de cabeza, porque sí o sí heredaremos lo que hay. Dejándonos las banderas, las siglas, las chapitas y las mierdas que hacen que el mundo sea el que es en casa o en la basura. No pararíamos la crisis de golpe, no solucionaríamos las cosas de repente, pero sí tengo clara una cosa: seríamos más útiles que llorando en nuestras casas con nuestro nihilista estilo de vida, que como pose queda de puta madre para algunos, pero que no es una mierda de práctico.

Ayer ponía a parir a papá y a mamá. Pero ellos no van a mover su pelado y viejo culo por ti, por mí y por todos mis compañeros. Ellos ya lo movieron por ellos. Si seguimos llorando, acostumbrémonos al sabor de la mierda, porque es lo que vamos a tener. A espuertas y como si no costara.

Yo el primero.

JM Martín


miércoles, 6 de octubre de 2010

Vosotros y nosotros

Nací en 1982. Mi generación es la precursora de la generación ni-ni, introdujo el botellón, disparó los índices de consumo de porros, se acostumbró a vivir bien desde la niñez, no santifica el trabajo, se dedica al ocio en cuerpo y alma, no cree que su familia sea algo más que sus padres y hermanos, sus amistades son intocables, no le ve el pecado a levantarse tarde un fin de semana y no se interesa por la política. Es la generación de la indiferencia, del "paso de todo", del egoísmo, del desarraigo, del follar sin tomar precauciones, de la inconsciencia. Esas son las vergüenzas de mi generación, la culpable de todo, el principio de la hecatombre.

Naciste (seas quien seas) entre 1940 y 1965. Debes tener, por tanto, entre 45 y 70 años a estas alturas. Si no fuiste de alta cuna, empezaste en tu niñez a trabajar y no tuviste acceso a estudios superiores porque solo estudiaban los hijos de los potentados. Si fuiste de alta cuna (los menos) no doblaste el lomo hasta tener pelos en la huevera y estudiaste con tal de que tus padres cerraran la boca. En ambos casos, para evadirte de tu hastiosa vida, te cogiste tus mierdas, te fumaste tus porretes y te fuiste de putas. Tu familia eran treinta y la madre: antes de llover chispea pero da gustito tenerla dentro. Te criaste con padres, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos y nietos. No porque tú lo decidieras: porque era así y punto.

Tú te fuiste por Europa porque no tenías estudios superiores y así era imposible no morirte de hambre. En cuanto llegasteis a España de vuelta, os comprasteis una casa y fuisteis libres al sentir esa sensación de "esta casa es mía".

Yo tendré que irme, como muchos de mis amigos, al extranjero porque aquí no sé si lo tengo más jodido con carrera o sin ella. Tanto si vuelvo algún día como si no, no aspiraré a comprarme una casa, porque no me gusta nada esa sensación de "esta casa es del banco y no sé si dentro de 40 años estaré vivo para disfrutarla".

Tú y los de tu generación habláis de Mayo del 68, de cambiar el mundo, de los antiguos líderes políticos. Tú y los de tu generación habláis mucho de política ahora, habláis mucho de pensar, del trabajador, de los derechos sociales. Tú y los de tu generación criticáis porque es lo que hay que hacer con el poder. Tú y los de tu generación corrísteis todos delante de los grises.

Yo y los de mi generación utilizamos la tele para jugar a la Play o ver películas en el DVD. No la encendemos para ver los corrillos que os encantan porque nos parecen una merienda de negros entre "partidarios del partido A y de cualquier barbaridad que hagan" y "partidarios del partido B y cualquier barbaridad que hagan". Los de nuestra generación no criticamos: ello implicaría defender al otro, y el otro es igual de malo.

Si todos los que afirman haber corrido delante de los grises lo hubieran hecho de verdad, le faltaban a España bastantes kilómetros cuadrados. Nosotros no tenemos ningún gris o ningún malote delante del cual correr, porque vosotros les habéis dado el "visto y bueno" y ya no son enemigos del sistema, son el sistema en sí.

A nosotros se nos criminaliza por plantar marihuana en casa, por poner en duda ciertos puntos del sistema, por desarraigo, por no luchar. A vosotros os parecen preocupantes diez macetas de cannabis y no os tiráis de los pelos viendo a mangantes profesionales como Díaz Ferrán o Mario Conde en la Tele y no en la cárcel.

Vosotros os las dais de libertarios y de demócratas, e incluso de buenos estrategas: empleasteis con Franco la estrategia de la paciencia, dejándole morir de viejo y dejándolo todo atado y bien atado. Nosotros somos unos irracionales por plantearnos que deberíamos tener derecho a plantearnos si queremos un Rey o no, por ver que el estado de las autonomías es una animalada sin pies ni cabeza y por ver los nacionalismos como algo normal, propio de un país que no es ni centralista ni federal, que no es ni chicha ni limonada.

Vosotros legitimásteis y seguís legitimando a los bancos, al crecimiento del precio del dinero, a la dinámica choriza y embustera de los altos políticos cuando solo os quejáis en el salón de vuestra casa y votáis a los mismos una y otra vez. Vosotros no vais a salir a la calle porque ya estáis de vuelta de todo. Nosotros salimos y nos comemos los bailes de cifras, cuya versión televisiva es la que os tragáis por que lo dice la tele.

Vosotros habéis pintado el negro porvenir de mi generación. Habéis disfrutado de las vacas gordas y a las flacas las vamos a tener que aguantar nosotros. Vosotros, en vuestras cabezas y en vuestros canales, en los que vosotros mandáis y en los que muy pocos de nosotros queremos entrar por mero asco, sois los buenos y nosotros somos la escoria.

Vosotros sois la panda de ignorantes sabelotodos que habéis alzado a una panda de ladrones al poder, aplaudiéndoles a cambio de unas migajas. Vosotros habéis dejado la casa hecha una mierda, tirásteis las escobas y los mochos y nosotros ahora nos la tenemos que comer así.

Y los guarros somos nosotros.

JM Martín