sábado, 31 de diciembre de 2011

Adiós 2011, hola 2012.

Acaba 2011 y con él 12 meses de una intensidad muy variable pero de una tónica muy elevada. Si 2010 fue el año de la caída en picado de la economía y especialmente de los ánimos, 2011 ha sido una colección de acontecimientos que nos hacen esperar un 2012 lleno de confrontaciones con consecuencias transformadoras.

Partíamos de un dignísimo pistoletazo de salida en los últimos coletazos de 2010 a cargo de Julian Assange y sus narices a la hora de hacer público lo secreto. Este ejercicio de liberalización de información, digno de la mejor película de intriga, se vió absorbido por la influencia de seres y corporaciones muy poderosas sobre los medios de comunicación encargados de difundir la información, quienes disfrazaron de un falso sensacionalismo al caso Wikileaks: todos sabíamos que Berlusconi era un amante del sexo de pago y que los diplomáticos del primer mundo se rajan a sus espaldas. Nos faltó que algún periódico valiente se atreviera a denunciar casos de corrupción, de ocultación de descubrimientos científicos que podrían salvar miles de vidas o a saber qué conspiración contra el ciudadano de a pie.

En esa línea de información que llegaba con retraso, de repente nos enterábamos de que los ciudadanos Islandeses se habían rebotado contra sus administradores toda vez estos habían salvado a la banca privada aun a costa de hundir una economía próspera. Por un lado, el de lo malo, se nos enseñaba que ninguna civilización estaba a salvo del egoísmo especulativo. Pero el otro lado de las cosas -el de lo bueno, que siempre está ahí- nos demostraba que la ciudadanía no tenía por qué aguantar estoicamente carros y carretas, y que las administraciones no son intocables.

Mientras los medios de comunicación nos trataban de ocultar los dos eventos arriba comentados, no escatimaban en esfuerzos a la hora de informarnos sobre las revueltas de la primavera árabe. Quizá para enseñarnos paternalistamente que lo que tenemos podría ser peor y que en otros países se sacrifican para ser como nosotros, o quizá porque no les quedaba más remedio, de repente nos dimos cuenta que existía una mecánica de presión consistente en ocupar la vía pública durante un tiempo indeterminado.

Imitando este mecanismo y sumando el catalizador islandés y el hartazgo por cosas como el cablegate, la juventud española rompió los moldes de lo tópico, contradiciendo a aquellos que la acusaban de pasiva, de cómoda y de atontada, y se tiró a la calle en un ejercicio desconcertante para los dueños de las grandes corrientes de información: tras alabar las revueltas en otros países, tenían lo mismo en sus plazas. La lógica del poder ganó a la lógica a secas y la ocupación de la vía pública se convirtió en un evento pseudoterrorista según los medios. No obstante, la credibilidad de cadenas de TV y periódicos llevaba cayendo en picado demasiado tiempo como para incidir negativamente en el inconsciente colectivo. Y así, lo que pareció empezar una tarde de domingo de Mayo -pero había empezado mucho antes- ganó apoyo popular y se ha convertido en una corriente contracultural que dispone de su propio sitio en el escenario estratégico mundial. Sí, mundial, porque como diría el maestro R. Dawkins, todas las buenas ideas son copiadas. Y claro, ahora tenemos a medio occidente ocupando plazas, bloqueando puertos y clamando contra una dinámica de abuso económico y social que ha llegado demasiado lejos.

Pero no todo ha sido rebote tras rebote en este 2011. También ha habido mucha ciencia. Hemos buscado con ahínco el dichoso Bosón de Higgs y parece que estamos a punto de encontrarlo. Por el camino, hemos reventado -hasta que se demuestre lo contrario, y parece que no se demuestra- que la luz ya no es la primera de la clase, que el nuevo divo de la física de partículas se llama neutrino y que, cosas del doping, viaja más rápido que la luz o directamente, en un alarde muy indecoroso por su parte, pliega el tejido espacial y se mueve a sus anchas. Es decir, que Einstein era entrañable pero que no tenemos ni papa de física. Y que sí, que sí que parece que el universo es otra cosa. Porque además hemos descubierto exoplanetas que tienen pinta de ser habitables, y que quién sabe si no se nos habrán adelantado ya otros vecinos estelares, esperemos que con un mejor criterio de explotación -no queremos un Marina d'Or en Gliese 581 g- y que tengan ganas de hacernos una visita amistosa en breve para demostrarnos que, efectivamente, somos unos cacas y que se pueden hacer las cosas mejor de lo que las estamos haciendo.

También ha habido cosas como deporte, cine, literatura y demás eventos en 2011, pero se me hace un post muy largo y -permítanme la coña barata- me van a dar las uvas. No creo que tenga demasiado que ver con los mayas, pero me da que vamos a vivir un año convulso. No hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, pero tampoco hay sociedad que no se rebote ni jerarca que no salga corriendo.

En definitiva, os deseo un feliz 2012. Sed felices, disfrutad de lo bello que nos ofrece el mundo y mantenéos despiertos. Y sobretodo, a aquellos que os plantásteis en mi vida sin avisar: gracias por no pedir permiso y romper la puerta.

JM Martín

PD: Desde aquí un recuerdo a don Francisco Camps, don Rick Costa, don Pepiño Blanco, don Iñaki Urdangarín y a toda la familia real. Este año ha sido jodido para ellos, las navidades deben haber sido horribles y el año que se acerca pinta mal. Mi solidaridad para con uds.

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