“Desaprende”, dice el anuncio de ING. Y nos parece poético. Desaprender es borrar la memoria, es buscar el olvido, es ocultar la evidencia y convertir la falacia en piedra angular de una realidad ficticia. Se lleva haciendo años. Siglos. Y cuando la gente parece tener acceso a más vías de información, en lugar de aumentar su capacidad crítica, resulta que se hace más tonta e influenciable.
Estoy enfadado. Muy enfadado. Lo han conseguido. Además de destrozar el sistema educativo, creando analfabestias proteicos que consideran que “no hace falta estudiar historia” porque “total, no me sirve de nada”, además hemos conseguido que gente de cuarenta, cincuenta o sesenta años se atreva a repetir, sin ningún acceso de vergüenza, cualquier burrada de las siguientes:
Fraga es uno de los padres de la democracia. Fraga era un político apasionado. Fraga dio prestigio a Galicia.
Colección de tópicos lavadores de cara que me recuerdan a otros igual de contundentes: Pinochet salvó a Chile del demonio comunista. Franco impidió el expolio soviético. Estados Unidos es la mayor democracia del mundo, e implantar la sanidad pública ahí sería recortar las libertades de sus ciudadanos.
Mentira tras mentira que sirve como lubricante para que el increíblemente robusto dildo de la desvergüenza del poder se introduzca en el orto de los bienintencionados ciudadanos. Mentira tras mentira con tal de falsear, de limpiar, de aderezar, una versión de la historia que convierte a los mayores hijos de perra que jamás hayan poblado este planeta en los padres de la libertad.
Porque el comunismo nunca pisó Chile: Salvador Allende ganó unas elecciones legítimamente en Chile al prometer la regulación del precio de determinados recursos, y Pinochet fue la punta de lanza que permitió a la CIA implementar el modelo económico de Milton Friedman en Latinoamérica y apropiarse, de paso, de sus ricos recursos naturales. Porque Franco dio un golpe de estado por no saber perder unas elecciones en un insólito momento histórico de un país que se regía, tras siglos de oscuridad, por la voluntad del pueblo. Porque Estados Unidos, esa democracia ejemplar, tortura personas en su propio suelo para sostener una guerra que, por qué callarlo, parte de un atentado repleto de sombras. Porque la libertad y la democracia no son elegir entre veinte o trescientos mil productos distintos, qué cojones me importará el número.
Porque Fraga firmó sentencias de muerte. Porque Fraga se apropió de la calle y esputó en la cara de los que pensaban distinto. Porque Fraga no dio prestigio, sino Prestige a Galicia, llenándola de fuel sin que le importara tres rábanos. Porque Fraga ordenó disparar a matar para evitar huelgas. Y no hace tanto de eso.
Por eso y más, me cago en el luto de quien no respetó a miles de muertos, de quien fabricó unos cuantos. Pero sobretodo me cago en esos políticos, barrigas agradecidas y corbatas lustrosas, que hoy agradecen a Fraga su tarea democrática, como si fuera él quien puso el sol aquí arriba y nos hizo con el barro original.
A Fraga, pero sobre todo a los Pepe Blanco, Rubalcaba y demás supuestos políticos de la progresía española, y a todos esos supuestos adalides de la igualdad que pueblan los partidos socialdemócratas de medio mundo, hoy os recuerdo que la historia la escribirán ustedes con su corrección política, pero la haremos nosotros con nuestra memoria y nuestras agallas.
Se les suelen olvidar muchas cosas, así que esta tendremos que recordársela.
JM Martín
PD: Démosle la merecida despedida a Fraga. Recordemos que fue un adalid de la dictadura franquista. Que no se olvide.
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