Soy profesor. Doy inglés conversacional. Soy un adoctrinador subliminal. Un provocador. Un terrorista del diálogo. Lo reconozco. Tiro de encanto personal. Panfleteo sin que se den cuenta. Abuso y pongo cara de bueno. No puedo evitarlo, pero gracias a ello puedo pulsar la opinión de la gente de un modo agresivo y directo sin que me partan la cara. Y en esas me he encontrado con algo que me ha hecho cagar piezas de Tetris en primera instancia, pero que según el Fortasec que he aplicado a mi flora intestinal va consolidándose, me está haciendo pensar.
De repente, poker face incluída por mi parte, una alumna me ha dicho que el Movimiento 15M no es un movimiento accesible, no deja clara su línea de reclamaciones y supone un reto a aquellos que no simpatizan con el sistema -no el del 15M, sino el sistema de mierda en el que vivimos- pero que no saben qué demonios estamos tratando de hacer a parte de llenar plazas. Y pese a ello, nos apoyan.
Mierda. Hostia puta. Joder. Cáscaras. Caracoles. El primer decálogo de la historia con más de diez puntos -una vacilada histórica sin duda- ha quedado en un segundo plano. Mierda. Hostia puta. Joder.
El 15 de Mayo se demostró que el cabreo unía a la gente. Es de sobra conocido que el odio une: puede que mi vecino del quinto y yo no tengamos afinidades, pero si una caterva de mascachapas y cierrabares nos jode el sueño a las 5 de la mañana, Camela en ristre a toda hostia en un coche, mi vecino y yo vamos a unirnos en torno al mentamadrismo hacia ese equipo de imbéciles. No tiene mucho mérito, pero es un buen primer paso.
Las acampadas demostraron que a partir de la indignación se puede aplicar una estructura. Que una perspectiva común puede servir como acicate para la organización de personas que hace dos días no se conocían. Aunque también esas estructuras pueden acabar viciadas. Defectos del ser humano, selevacer...
Las en ocasiones lamentables (por número de convocatoria) concentraciones que se producían semanalmente en pleno verano demostraron que, pese a lo desmovilizador del calor (todos preferimos ver carne en la playa, no nos engañemos) la perspectiva de lucha en común puede con todo. Hay voluntades más duras que la cara de algunos banqueros.
La manifestación del 15O ha demostrado que la conciencia ciudadana no entiende de idiomas ni culturas, y que la globalización puede no ser ese engendro de cara agresiva que desayuna bebés, ya que puede ofrecernos una cara amable -hasta ahora oculta- que es una conciencia y una solidaridad global.
Y sin embargo, con todo el apoyo, con decálogos de doce jodidos puntos, asambleas con gente que no se cansa de decir lo emocionada que está, muchas palabras, discusiones, consensos, votaciones y aplausos insonoros, todavía hay gente que no tiene claro qué cojones estamos pidiendo. Y es aquí donde tenemos que pasar al siguiente nivel: en un tejido social en el que la gente está acostumbrada a que le den el menú del día por la tele, no demasiada gente está acostumbrada a buscar información, sino más bien a recibirla. Sabemos generar consenso, sabemos planificar acciones, sabemos movernos a nivel global y hemos convertido un invento militar como internet en un instrumento de liberación. Pero tenemos que aprender a llegar a quienes no hemos llegado y a clarificar nuestro mensaje: políticas anti-mercado y pro-persona, control de los altos funcionarios, transparencia en las cuentas y una economía basada en los recursos y no en la invención de dinero mediante generación espontánea. Que las personas, y no los cargos, seamos intocables.
Es así de sencillo, pero todavía tenemos que aprender a difundirlo. El 15M sigue. No somos perfectos, pero en esta depresión económica, en este decrecimiento sistémico, somos lo único que crece.
No está mal. Estará mejor.
JM Martín
Es normal que haya personas acostumbradas a recibir información y no a buscarla. Eso no los convierte en personas que no estés dispuestas a recibir nuevas ideas y ampliar su marco de pensamiento y acción, y también es normal que si alguien quiere hacer llegar su mensaje se encargue de propagarlo con claridad a los cuatro vientos y de buscar a la gente a la que se lo quiere hacer llegar. Creo que ha llegado la hora de superar ciertos prejuicios sobre hasta donde puede llegar un cierto mensaje y a qué tipo de persona le puede interesar. Si empezamos a hacer distinciones del "tipo a ti, te lo cuento y a ti no, porque no creo que te interese o no lo vas a entender", mal vamos.
ResponderEliminarMe parece una exageración eso del lenguaje escatológico, ¿a qué viene?... Tío,¿y un poco de normalidad por qué no?...
ResponderEliminarAnónimo 1(el de las 02:10): Pues eso, que tenemos que buscar la manera de llegar a elos. Que no hay que hacer distinciones. Que estoy totalmente de acuerdo contigo.
ResponderEliminarAnónimo 2 (el de las 02:50): Lo siento. Soy un maleducado. Pero no me pidas normalidad, soy incapaz.
Hola "Mr.Charming", soy tu alumna y te he pillado, pero te perdono porque me gusta bastante este sitio. Sigue informando. Saludos!
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