Cuando tenía 18 años se me metió una idea en la cabeza: escribir un libro que explicara las leyes universales que indujeran a llevar a cabo un cambio para aumentar las igualdades. Un libro que pasaría desapercibido pero que quizá lograra agitar la conciencia de una o dos personas, cumpliendo su función primaria antes de la secundaria (coger polvo). Un libro que tenía el mejor título del mundo, al menos en mi cabeza: La Anatomía del Cambio. Intenté cien millones de veces escribirlo, hasta que comprendí que lo mejor era dejarlo estar. Demasiada juventud es sinónimo de escasez de perspectivas. Y un libro que contase cómo alcanzar una libertad real que nada tuviese que ver con la de comprar tal o cual marca de lavadora no podía permitirse el lujo de ser corto de miras o poco riguroso.
Con el tiempo he llenado mi vida de experiencias con el único objetivo de aprender para cuando me pusiera a escribir mi obra atrapapolvo. No creo que lo haya conseguido de momento y, sinceramente, no creo que lo vaya a conseguir. Cuando uno cree que algo es interesante siempre corre el riesgo de pasarse profundizando y acabar dándose cuenta de que incluso el espacio entre dos átomos es profundizable. Y entre dos átomos me hallo perdido.
El mundo necesita entrar y salir de ese metafórico espacio interatómico. Ver, experimentar, agitarse ante el fracaso propio y volver a intentarlo para nunca conseguirlo. Quizá en esa derrota constante que sabe a victoria y viceversa está la clave del devenir humano. Probablemente de ahí salga lo constructivo de la autocrítica, de la adicción a tropezar siempre con la misma piedra, mejorando en ese camino. Y entre caída y caída, entre repetición y repetición, tan sólo una cosa cambia y puede hacer cambiar al resto: el estilo con el que uno y muchos se ahostian ya no contra esa estúpida piedra sino contra la estupidez propia de no haberla visto desde el principio.
El mundo necesita muchos Hosnis Mubaraks. El mundo necesita hijos de puta contra los que luchar. El mundo necesita piedras en forma de injusticias estructurales. Necesita hacer cambios y luchar por hacerlos mejor. Y necesita equivocarse haciéndolos. Y necesita como agua de mayo ser capaz de darse cuenta de las inmensas cagadas que comete. Ser consciente de que meter una papeleta cada cuatro años es un paso importante pero no un final digno del camino. El mundo necesita ir paso a paso y no esperar dosmildoces o profecías adventistas o civilizaciones extraterrestres o dioses supramorales o dogmas proteccionistas para aprender el fin último, que no es otro que el cambio constante.
Quizás algún día escriba ese libro. Quizás entonces una de cada mil personas que pudieran leerlo no se queden dormidos en la décima página. Pero quizá para el día en que las canas de mi barba sean mayoría me haya dado cuenta de que fui tan afortunado que jamás necesité escribir ese libro porque esa anatomía del cambio habría sido un perfecto álbum de fotos cuya portada bien podría ser la Plaza de la Liberación.
Quizá algún día me toque comprar ese álbum. Mientras tanto quiero seguir aprendiendo a ahostiarme.
JM Martín
Bueno, es un buen prólogo, breve, pero argumenta perfectamente la esencia que te empuja en tamaña empresa.
ResponderEliminar-Karim Ait Morillo-
"Anatomía del cambio" como el titulo mismo define, existe el cambio internamente y creo que por eso mismo nunca podras escribir sobre ello; cada vez que intentes retener un escrito temporalmente, este ya ha evolucionado y del mismo modo esas palabras se quedarían obsoletas.
ResponderEliminarPero lo bueno de ese libro nunca escrito, que podría llamarse experiencias; de las que hablas como piedras en el camino, caidas inesperadas y porque no, de profundizar sobre espacios entre dos atomos o entre dos neutrones...si ello es parte de una experiencia.
Sigue Ahostiandote, que los demás también lo hacemos (se llama vivir).
Un saludo
El camino se hace al andar, dicen. Igual con insistencia uno acaba haciendo algo de provecho y calando en alguien... nunca se sabe.
ResponderEliminarComo dijo Antonio Machado, "Caminante no hay camino, se hace camino al andar" reflejaba la verdad de la vida, lo que has hecho, hecho quedará; ya sea físicamente, intelectualmente, sentimentalmente... mente, mente, mente...
ResponderEliminarInesperado, silencioso y profundo va calando.
Calando en los adentros del animo.
Tal vez muchas veces sientas que su ausencia va calando en tu vivir.
Alguien sabiamente me indicó que los puntos ...
eran tres;
Insuficientes para albergar ...
Sufucientes para establecer ...
Lo que callo, lo que siento va calando
inesperado, silencioso, profundo.
Un saludo!
Digamos que la muerte de Bin Laden y los oscuros designios que han llevado a ella, si es como si no es, me la suda (he encontrado tu blog por tu ultimo post). Y disculpen los politicamente correctos: es que es la expresión que mejor define lo poco que me importa el asunto. Si fuera yanki o arabe, otro gallo cantaría. En cuanto a mi, creo que de locos y fanáticos no va a haber problemas de suministro.
ResponderEliminarPero este post, el espacio entre dos átomos, la necesidad y la anatomia del cambio, eso es materia de verdad. De la que hablaron hace 3000 años y de la que hablaran dentro de otros 3000, si para entonces no hemos reventado el planeta y medio universo.
Me ha encantado. Y sí, yo también tengo miedo de la gente, pero no porque yo sea un cobarde, que eso lo somos todos en mayor o menor medida, sino porque la gente cada vez tiene menos de persona y más de salvaje estupidez. En fin. Un saludo.
Gracias por comentar, Ramplón, aunque haya sido en un post antiguo.
ResponderEliminarEsperemos no reviente la cosa antes de conseguir descubrir la belleza anatómica del cambio.
Un saludo